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jueves, 4 de julio de 2013

Pasajera verdad




Quiero que me veas. Pero no quiero que sepas mi nombre. Mi verdadero nombre. De hecho, tampoco la foto que he puesto en la red corresponde a mi persona. Solo soy un personaje en esta loca realidad de todos los días. Este es el mundo donde expreso el que no soy, donde expreso la locura del no ser y del no estar.

Mi verdadero nombre, por el que me dieron vida y muerte los árboles, las plantas y las palabras, digo –y lo callo-, que mi verdadero nombre es sagrado, pero no mi cuerpo, ni mi pensamiento ni nada de lo que escribo. Lo real nunca será sagrado.

Me gusta este juego del no estar en lo que digo como cierto, me gusta el no estar en parte alguna. Me ilusiona saber que por lo único que vale la pena vivir está del lado de lo imposible. Me aburren las cosas que ocurren o que ocurrieron. Tan sólo me da alegría saber que todo está siempre por suceder. 

Me apasionan la indefinición, el desconocimiento y lo que se va con los sueños.

Encuentro el oxígeno en la poesía. 

Lo otro /lo demás me asfixia.

Todo esto que he venido diciendo no va más allá del instante. Mañana es probable que nada de lo que ahora digo me importe, o mejor, que a nadie le importe. ¿Indiferencia? No creo. Más bien olvido. Borradura. Salto hacia otro rumbo. Desconocimiento. Precisamente desconocimiento. En fin, lo hecho hecho está, y deja de tener interés para mí. Sobre todo en este momento en que escribo a través de las aguas de un río de oscuridad y murmullos.



2 comentarios:

  1. Qué maravilloso escrito. Me ha encantado.
    ¿Cómo es el verano en Austin? Tengo curiosidad por esa ciudad.
    Abrazos desde un verano que quema..

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  2. Gracias, querida Miette. Austin es una ciudad singular, sin dudas. Hablar de ella distar'ia mucho de lo que ser'ia vivir en ella.

    Un abrazo

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Gracias por asomarte a este blog de instantes

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