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jueves, 21 de febrero de 2013

En el silencio de dos voces






-Me asusta la perfección. Por eso huyo de ella.

-¿Existe la perfección? ¿En verdad existe o es una invención?

-Existe. Es real. Es tan real como una mano o como el cielo mismo.

-Y entonces, ¿por qué te asusta?

-La perfección, cuando la veo y la toco, es tan poderosa que me hace desaparecer. Toda ella 
me tira hasta lo más hondo de las sombras.

-¡Qué difícil debe ser vivir así!

-¿Cómo?

-Así, como tú, asustado por la realidad de una mano.

-En absoluto vivo asustado por la realidad de una mano.

-Pero entonces, ¿por qué te asusta la perfección?

-¿Quieres que volvamos a iniciar?

-Sí. Siempre es agradable iniciar con las cosas que parecen no tener fin.

-¿Te agrada padecer el infinito?

-Para nada. Prefiero, antes bien, lo indefinido.

-Ya veo.

-¿¡Qué!?

-En lo que iremos a acabar…

-Yo también así lo creo. ¡Es tan indefinido todo!

-O tal vez tan perfecto… 





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