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viernes, 30 de noviembre de 2012

A la luz de las lámparas







No era más cierto ni más seguro hablar de yo que de tú. Tanto yo como tú formaban parte del cúmulo de sombras arrinconadas y que había que sacar a la luz de las lámparas. Esto es, había que hacerlas vivir al ritmo de horas nocturnas, haciéndolas meter el cuerpo en cuestiones que durante el día era casi imposible tratar con el tono y la fuerza de los pianísimos.

En el día los rugidos de los motores aéreos y terrestres inhibían para tratar nada con las sombras. En los días todo aparece en abundancia de imágenes que enceguece; son días en que el deseo de infinitud se apodera de la eternidad en que descansa el vacío, y no hay nada que no aparezca investido de posibilidad. Pero lo cierto es que esa abundancia de imágenes en que todo parecía posible de ser adquirido, se desvanecía irremediablemente en la imposibilidad de poseerlo.

No había yo ni tú. Entre nosotros sólo había materia reventada por tantas formas y colores. La sombra de nosotros se hacía apenas con  la realidad de algo que se anunciaba mediante matices y bajo otras formas. Y por algo que ni ellos (yo ni tú) imaginaban en el momento en que estaba ocurriendo esa explosión de formas y colores, ya en otro momento y a orillas de la luz de las nocturnas lámparas aparecería –a pesar de nosotros- una cuestión impremeditada: ¿No será mejor hacer aparecer todo en las imágenes pero como si fuera algo imposible de alcanzar en ese todo, para así, entonces, convocar a todas las energías que harán posible (((pensar))) en alcanzar lo imposible?

Ya se ve con esto cómo los ángulos desaparecerían del cuerpo ensombrecido. En su lugar, más que ver, llegaría la sensación de escuchar la inasible suavidad de ese pianísimo. Magnífico momento en que el tacto y el oído se volverían, una vez más, como gotas de un mismo cuerpo iluminado en  la ausencia de yo y de tú.

Otra noche, entonces, a la luz de las lámparas...



martes, 27 de noviembre de 2012

Configuraciones











Te ves en el agua, pero prefieres buscarte en los espejos. A veces también lo intentas en el vidrio de las vitrinas. Sabes que al verte allí reflejada, sobre la superficie en la que logras obtener el análisis preciso a la velocidad de los fotógrafos, habrá otros atrás -o a los lados- atendiendo el acto tuyo que ellos suelen también testimoniar, aunque con otros motivos o para alcanzar otros fines. Pero tú, a diferencia de la mayoría, al buscarte en la imagen constatas la existencia de la realidad más íntima y porosa que hay por encima de los ojos.

Tus ojos, del tamaño de la admiración.

          Lo que seguiría a continuación podría ser el tejido invisible de las miradas y de los pensamientos. Cada mirada un instante, cada pensamiento un destello fugaz. El cuadro íntegro sería entonces el resultado de múltiples instantes que hicieron y deshicieron la configuración presente de las emociones. Quizás lo más exacto sería hablar de un film, en vez de “el cuadro”. En el film las repeticiones conformarían los distintos instantes dentro de un movimiento hecho con interiores atrapados por el presente que asegura / garantiza sobre  todo eso que ha ido pasando alrededor y adentro de tu cuerpo. De no ocurrir esto así, el cuadro sería el presente de la realidad externa, presente irrepetible por cuanto que carecería de movimiento; pero en cambio, las emociones fluirían en cascadas fulgurantes, sin más tiempo que el instante de la desconfiguración, y de esto no habría nadie para asegurarlo o para dar garantía de que así ocurrió efectivamente, tras haberte visto en la imagen de tu cuerpo.

         Te ves. Eres visible. Aunque no siempre eres vista por todos los que supones se hallan alrededor tuyo. Cuando te percatas de esta otra realidad, la fractura que se te hace en el invisible cuerpo te llena de dolor. Encegueces. Son momentos en que vas ciega a todas partes, pero lo disimulas bien. Nadie nota tus dolencias ni la espesa tristeza que corre por tus venas. Por el contrario, todos ven y admiran el cuerpo en que te has vuelto una estrella.

¿Pero debo acaso nombrarte aquí, en este instante? Sería tanto como borrar la distancia, o sería como devolverte al lugar de las marquesinas y de los créditos. Mejor es que permanezcas allá lejos como estrella, lo suficientemente lejos, aunque visible en la belleza de tu cuerpo.





domingo, 25 de noviembre de 2012

Otros días y otras noches






¿Qué sería quién? Ya por adverbios o adjetivos o sustantivación mayúscula. ¿El que teniendo riquezas llega a pobreza extrema por aquello de haberse dedicado toda la vida a hacer obras de arte incomprensibles y a publicarlas gastando todo su dinero, hasta el colmo de morir en la calle como cualquier otra sombra; o aquel otro que, estando entre los millones de pobres que pueblan la tierra, no se ve impedido para mantener viva la pasión y crear obras de arte que nadie quiere publicar, o que nadie tiene oídos para apreciar, y que muere sin jamás haber recibido un aplauso por sus obras artísticas ni mucho menos una caricia amorosa por ninguna de las criaturas en quienes se inspiró?

¿Quién sería qué para no caer del fino filo de la copa que aparenta contener la dicha o la felicidad de los días?

          ////// ??????




          Morir de frío, como tantos otros que crearon otros días en el silencio de las noches, o también, que hicieron nacer otras noches entre la ruidosa sucesión de los días.



////// ??????

Estallamiento de vida en la mente de estos artistas de otros días y de otras noches.



viernes, 23 de noviembre de 2012

Hace tiempo









Hace tiempo ya que el yo se esfumó
o se fue de bruces en lo recóndito
más lejano.

Hace tiempo que los abuelos no han
entrado al bodegón en el que yo
se bebía la tarde y acababa noche
y harto de madrugada.

Hace tiempo que los goznes
de la puerta añeja no chillan ni
hacen esconder la cabeza al gato
ciego que se quedó para morir
en esta casa.

Hace tiempo que se perdió
la nube en la mañana que hacía
llover minutos
en medio de una hora aciaga.

Hace tiempo y vida y árboles
que se han deshojado bajo un
cielo azul a veces
y ahora el yo que lo hacía
despedazado en sueños ha venido
a que le dé las buenas noches
y un trozo de algo fresco
o tibio como un pezón de joven madre.






“Buenas noches” dijo el yo, y se volvió
al recóndito más lejano
en que descansa o muere
por meses…

Hace tiempo...










miércoles, 21 de noviembre de 2012

Eso








Otro signo o quizás toda la ausencia de signos. 

Mueca apenas / Entrevisión.

¿Gesto colmado con otros gestos?

Sin palabras.

Caída cierta, adivinada en su escurrimiento.

Ausencia de palabras.








Real emoción / ¿Imaginación verdadera?

En absoluto sencillo.

En absoluto simple.







Todo eso en agrietamiento hondo.

Sensaciones / Todo el cuerpo fustigado.

Todo dispuesto en su sangre.

Aroma y eco de haberlo apenas

Sin palabras saboreado / sabido.





Eso.





(((Cinco cadáveres de niños, de la calle, (de unos diez años de edad) fueron hallados en Bijie (China) en un contenedor de basura, donde, probablemente para protegerse del frío, se habían guarecido  durante la noche)))


Y nunca más.






domingo, 18 de noviembre de 2012

Derrumbamientos




No sabía escupir
Nunca supo escupir
Murió sin escupir.








Pensaba en la realidad, y la realidad se hacía otra.
A veces una cuerda hecha con hebras de luz y ceniza.
Un pensamiento frío de madrugada.
¿Morir en la ausencia de música?
Imposible. Desbaratarse al llegar la lluvia
O dar la espalda en el espejo y romperse
Como ola, romperse
Como vidrio, romperse.
Eso es todo.
Romperse.






Poner el cuerpo y ver
la sombra que huye
despavorida en la noche.

¿Poner el corazón en los labios?
¿La boca entera en el beso?

Caída de piedras, tal vez, el beso
la boca entera y el derrumbamiento
el derrumbamiento…

Poner el sueño y mirar
la vida que se hace
enteramente de imposibles.






Un instante
Una hora
Dos horas
Una mañana
Una tarde
Una noche
El día entero
Hasta que el aliento se pierde.



viernes, 16 de noviembre de 2012

Espejos











El nombre del restaurante importa menos que los espejos en que se podían ver los comensales mientras comían platillos caros y buenos vinos. También, los platillos que comían Amador Brefantas y sus amigos importan menos que lo que sucedió en uno de los espejos. Era de noche y cenaban celebrando algo que tampoco importa decirlo en esta historia casi increíble.

            -Estaba con la copa levantada cuando vi en el espejo a otro levantando la copa y llevándola a los labios al mismo tiempo que yo lo hacía –confesó Amador a su mujer, mientras sacaba los brazos de la camisa.

            Esmeralda vio a Brefantas desde la cama y desde la empañada ventana del sueño que se resistía a abrirse a la otra realidad, y permaneció así, sin estar segura de estar mirando a su esposo adentro de un sueño o adentro de la otra realidad donde Amador Brefantas había estado y desde la cual llegaba a confesarle un extraño acontecimiento.

            -No estaba ebrio como para aceptar que había sido una alucinación alcohólica. Tampoco se trataba de la refracción y de sus leyes físicas. Lo cierto es que quien había levantado la copa al mismo tiempo que yo, era otro, por increíble que parezca.

Colgó la camisa en el respaldo de la silla, y a continuación volvió a decir:

-Sin otro afán que despejar la duda en que de pronto me sentí atrapado, abandoné la copa en la mesa y… qué fue lo que vi, que otra vez el otro había hecho exactamente lo mismo. Te juro que el otro tenía precisamente todos mis rasgos; excepto, que vestía con otras ropas. Por lo tanto, nada tienen que ver aquí las leyes de la refracción ni mucho menos los efectos del alcohol. Era otro el que hacía exactamente lo mismo que yo; al mismo tiempo y con el mismo ritmo.

            Después de haberse sacado los pantalones, se sentó Amador en el filo de la cama y se quitó los calcetines. Mientras tanto, Esmeralda comenzó a tallar los ojos para deshacerse de las luces que se le habían incrustado en el reciente sueño.

            -Pensarás que me estoy volviendo loco…

            -Espera, por favor –interrumpió Esmeralda a su esposo, y terminó diciendo-: No he escuchado nada de lo que dijiste, y no quiero hacerlo por ahora. Estoy muy cansada como para continuar despierta y oyendo, además, una historia como tal. Mañana es domingo y podrás contarla toda entera mientras desayunamos. Buenas noches.  

            Otro día en la mañana, Esmeralda abrió los ojos y buscó el cuerpo de su esposo. No estaba. Se levantó entonces con la creencia de que se lo encontraría sentado en el jardín, fumando y bebiendo una taza de café. Tampoco estaba.

            Se dirigió a la cocina para usar el teléfono y marcar al celular de Amador Brefantas; pero en ese momento comenzó a sonar el timbre. Levantó la bocina y escuchó:

            -¡Buenos días, mujer! ¿Te ha dado igual que no fuera Amador a casa o qué? –era la esposa de uno de los amigos con quien había estado cenando Brefantas la noche antes.

            -¡Espera espera…! No entiendo nada. ¿De qué me estás hablando?

            -Que tu esposo está en estos momentos preso por haberle roto la cabeza a otro con una silla.

            -Mientes. Amador Brefantas vino a casa. Aunque estaba un tanto dormida, puedo jurar que estuvo contándome sobre una historia de copas y espejos y no sé qué más. Y yo le dije que estaba muy cansada y que, en fin, él estuvo conmigo en la cama anoche.

            -Pues yo diría que eres tú la que miente –se defendió la esposa del amigo de Amador Brefantas-. Tu esposo no pudo haber regresado a tu casa porque tu esposo, me consta porque yo estaba en la mesa donde cenábamos anoche, de pronto se levantó de la mesa y sin ninguna explicación se dirigió a gritarle a un señor que estaba cenando en una de las otras mesas.

            Después de varios segundos de silencio pardo, como si no hablara para otra persona, Esmeralda dijo: “Todos locos…”

            -¿Qué has dicho? –preguntó la esposa del amigo de Brefantas.

            -Que todos ustedes están locos. Amador estuvo anoche en la cama y me abrazó y lloró en mi pecho porque había vuelto a ver su otro yo. Yo lo calmé y se durmió. Pero ahora que he despertado descubro que Brefantas ha salido de la casa.

            -Yo diría, entonces, que la loca eres tú, querida. Tú no pudiste abrazar más que a un fantasma. Amador está preso y es por esto que te estoy llamando, porque me ha pedido Jorge que lo hiciera.

            Hubo otro silencio, un poco más largo y más gris. Más frío.

            -¿Dónde debo ir a buscarlo? –interrogó Esmeralda.

            La esposa de Jorge le dio la información, y entonces Esmeralda colgó la bocina y permaneció varios minutos atrapada como adentro de un viscoso sueño. Le parecía increíble todo eso que acababa de escuchar. Nunca había visto a Brefantas con intenciones de golpear a nadie. Pero lo más increíble no era esto, sino el hecho de que ella podía asegurar que había estado toda la noche abrazada a él. Que él se había soltado llorando porque había vuelto a aparecer su otro yo, que estaba aterrado por todo lo que seguiría después, que lo había escuchado decir que la necesitaba más que nunca, que/ “No… no puede ser cierto que Amador Brefantas esté en estos momentos preso. Todo esto no es más que una pesadilla. Despertaré y estará Brefantas a mi lado, en la cama, un poco más tranquilo”.

            En efecto, a partir de entonces, Esmeralda comenzó a vivir una pesadilla. Sus días y sus noches los iría atravesando con el enorme vacío que había hecho posible la ausencia de Amador Brefantas, a quien nunca más volvería a ver, porque nunca más nadie le pudo decir dónde podía encontrarlo.

Hasta sus amigos se negaron a hablar con ella.

“Increíble. Todos locos”, no dejaba de decirse a sí misma, cada noche, después de marcar el teléfono y de no recibir respuesta.
             





lunes, 12 de noviembre de 2012

Siluetas




α



Todo parece estar en orden. La mañana está fría. Adentro de los oídos cae con fuerza la voz de Berth Hart. Sobre la pantalla del ordenador hay una silueta que baila a orillas del mundo. Sobre todo si se trata de un orden conseguido en la verticalidad del dibujo, que se logra con los perfiles claros que da la flotación de viajar mediante rutas claras y bien conocidas. Borges: Que otros se jacten de las obras que han escrito, que yo… etcétera. Pero si el dibujo se torna garabato y no se abandona ya a las flotaciones sistemáticas de la costumbre, y, con rotunda decisión, se obstina alguien en trazar a contra corriente sus impulsos, puede ocurrir una presión que llevará a afrontar los extremos peligrosos, hasta el colmo de no tener ya, quizás, fuerzas para vencer el espanto que acontece cuando se llega a palpar –con toda la imaginación- eso que se hace con base en lo desconocido.


                          Lo desconocido.
                          No la pregunta de la ciencia ni de la filosofía.
                          Lo desconocido.
                          Tampoco como consciencia de saber que no se sabe.
                          Lo desconocido.
                          Lo que no se sabe ni se espera nunca conocer.
                          Lo desconocido.
                          Burla suprema que se hace eco.






                          Quien mira el dibujo desde arriba y palpa gradualmente las estelas que suceden en torno al cuerpo trazado, es probable que llegue a experimentar el caos que hay latiendo por debajo de cada punto. Es como si todo el tiempo se mantuviera asomado ese personaje frente a los ojos de quien vive con toda la muerte en las células.

                          La idea de Borges vuelve a sonar ((((ahora citada bajo los efectos de una memoria revuelta con los choros de un viejo blues)))): Que otros se jacten de las obras que han escrito, que yo me ennorgullezco de los libros que he leído. A contrabote la idea parece honesta y llena de una seriedad escalofriante. Es la sentencia de un hombre enciclopédico, poseedor de riquezas bibliográficas; dicha con una contundencia que desarma veleidades y que robustece, indudablemente, el principio de la propiedad –intelectual y de otra especie. Pero ahora en que todo acontece con entropías alucinatorias dentro de la esfera de cibernética babelia, ponerse a recitar con ese tono de frac y nobel imaginario, llevaría a querer viajar de ride -con el dedo levantado al cielo en la pista de algún aeropuerto.         

                          La mañana se ha ennegrecido. El viejo blues ha dejado de cimbrar las paredes mentales. El sueño y la sed ahora luchan adentro del cuerpo. Nadie sabe a qué horas terminarán las desgracias de casi todo el mundo. Después de enunciar esto, hasta Borges carece de sentido.






viernes, 9 de noviembre de 2012

Aquellas tardes









El niño Juan creció; al igual que su amiga, la Güera Catalina. El juego que hacían con sus cuerpos durante aquellas tardes ha quedado bajo los escombros de un tiempo ajeno. Ya la madre que dormía mientras ellos se descubrían en cada zona del cuerpo a orillas de un lavadero enlamado, ha envejecido tanto, se ha vuelto tan olvidadiza y tan llena de ella misma con su silencio. 

       Ellos también han envejecido, pero no tanto como la madre que esperaban a que durmiera para ir al patio a jugar y satisfacer la curiosidad. Su pueril erotismo.

¡Cuántas sensaciones habrán padecido! ¡Cuántas gotas de risa debieron caer en el verde pavimento de aquel patio rodeado por paredes blancas y no muy altas! ¡Cuántas tardes han pasado desde entonces!




Ahora están en otro espacio. Viven con otra edad y ya no juegan con el cuerpo, tal vez. Ahora la curiosidad radica en saber qué es eso que el cuerpo les expresa durante los minutos previos –o las horas si el insomnio está presente- a que llegue el sueño.

Aunque no se han vuelto todavía olvidadizos como la madre que ahora dormita en el sillón de pana roja, sí que les resultaría casi imposible trazar los rasgos firmes que había en ellos como cuando se miraban tan cerca y rozaban con sus labios todo el aliento de la vida. 





domingo, 4 de noviembre de 2012

Pasarán las horas







Sing a word / sometimes the world
Or
Dance with my hands 
All the time.

Ora o
Llora
Bajo el agua otro llanto
De lágrimas o de lluvia torrencial.

Struggle / Struggle / Struggle
Each shadow flows among the fallen walls.


Se expanden los ojos
Se hinchan hasta el colmo
De remolinos con aire en la garganta
No es invierno /
Es la espectacular muerte que sopla
Helando la osamenta de esos cuerpos
Abandonados al dolor

Desesperación amarga / supongo
Todos los instantes
Pintados con la vida /
De incontables años
En el corazón mientras tanto / punza algo
Unastillita de luz y sombra / creo.




Sing a word /sometimes the world
Or
Dance with my hands
All the time.

Los sobrevivientes irán regresando al paso de las horas.
La muerte volverá a adquirir las proporciones de la normalidad íntima.
Pero durante las noches…
Durante las noches el dolor se mantendrá imborrable, tal vez, en el corazón de muchos de ellos.





Artes apocalípticas

no merecimos un mundo mejor el color de la sangre en los ríos o mejor los ríos de sangre la peste cadaverina en las calles estornudos en ser...