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sábado, 28 de abril de 2012

Todo eso que va muriendo









Hace poco más de cien años
que dormí en el blanco de las hojas.
Recuerdo que poco antes
de cerrar los ojos de mañana,
el cielo era la otra página en que soñaban
los hijos del  destino con hacerse grandes,
grandes como una Era o como una montaña
de piedras  en los límites del abismo.

Recuerdo la orilla de agua quieta
y cristalina en los labios de la sombra.
Recuerdo que era un día
                                             de fresca  luz
                                             en las paredes,
                                             de corazón de aromas
y rayos perpendiculares
hundiéndose
en el silencio de la tierra.










Hoy despierto con los dedos arrugados del futuro;
despierto henchido de prisas y colores
insatisfecho, inadecuado a los renglones de la crónica;
despierto ante la mirada de las puertas
en que el polvo de lo cierto, de lo verdadero, de lo auténtico
desaparecen.

Hoy el sueño se sacude y se limpia completito al sol.
Hoy ya no dormiré más, ya no despertaré más,
ya no creeré que voy flotando en otra sombra, en otro cuerpo de noche;
ya no creeré que estoy viviendo,
ya no creeré cuando el sueño vuelva
y me descanse de escuchar 
lo inaudito,
lo insoportable que es todo eso…
todo eso que va  muriendo
muriendo
muriendo...







miércoles, 25 de abril de 2012

Una carta del tío Julio


Me ha llegado una carta del  tío Julio. Dice que se le ha muerto el coraje de salir vestido con las ropas de la elegancia de otros tiempos. “Salir se me ha vuelto innecesario, Martín. Por el contrario, entrar en los maravillosos laberintos de la internet se me ha vuelto una obsesión. No tengo ya necesidad de ir al teatro y de estar mostrando mis debilidades y el desquiciamiento que me ha nacido desde que murió Leonora (su hermana ballerina, la menor de todos los hermanos de mi padre, quien fue víctima de un secuestro y, posteriormente, ejecutada con saña y tirada en una bolsa negra)”. Me cuenta que ya no habla con Hilda, su mujer de mucho años, a quien visitaba todos los domingos en su departamento de la Colonia Americana, para tratar distintos asuntos de interés mutuo. “Se me han muerto las palabras”, ha escrito el tío, “y ya no tengo la fortaleza para seguir mintiendo. En mi cabeza las puertas en que se accedía a los paisajes y a los escenarios del amor se han caído ya de viejas. Mis manos tiemblan y el mirar ha perdido la plenitud de las transparencias en el mundo. Mundo más cruel y sanguinario que nunca, el de acá donde estoy muriendo”. 


Después de todo lo dicho, el tío Julio me ha llevado a ver y escuchar lo siguiente:





Debajo del link, en lugar de palabras, reventó el fragmento con un bombazo de manchas realizadas mediante pinceles electrónicos, y al final de esta explosión caósmica liberada sobre la poética del manchismo y el garabato, terminó el tío Julio avisándome que, tras de su muerte: “que será en pocos meses”, vaya a Guadalajara a reclamar lo que me ha dejado en carta testamentaria. 

Su despedida, como todas sus despedidas, está llena de ternura.





PD. Cuando más solo me he sentido, más cierta ha sido la experiencia de encontrarme en los infinitos poros del vacío. Ojalá que cuando escribes todas esas locuras en el Instantario, experimentes realmente el caos que precede a toda creación. Si esto no te sucede, entonces lo mejor sería que te dedicaras al no hacer de los taoistas.


Hasta pronto,

el tío Julio

domingo, 22 de abril de 2012

Entre la cocina y el living room



Antes habían estado los árboles inclinados al viento fresco de la tarde. Pero otro día, en otra hora menos cerrada al punteo de las agujas del reloj, estaría mi vecino Eme G jugando en palpar las formas del decir. Luego fue tocar el acorde de otro modo. El punto era disponer, distribuir el ritmo de los ojos a la par que el mundo del afuera  se agitaba en coloraciones diminutas, leves para estilarse hasta la indefinición.

Mientras tanto, el vapor de las verduras cociéndose en la estufa eléctrica, oliendo cómo iba el paso de lo duro a lo suave en la piel de las zanahorias y las calabazas, escuchando al mismo tiempo US Royalty que flogaba lavoz y el rumbo sin brújula por otras gargantas preparadas con sofilásporas, al más puro american style. Todo esto poco antes de las tres. Todo esto después de haber leído unos cuentos de Felisberto Hernández.









En una brevedad vino luego, poco antes de las tres y media, la imagen de Sor Juana armando el soneto o la redondilla ante el plato en que rebanaba el huevo o untaba el pan con mermelada de membrillo, y pensó mi vecino Eme G en que también se podía cortar el cuello en plena euforia y a cualquier hora, que no había por qué estar en el fondo negro de los barrios locos de la mente para desaparecer de la faz de los espejos a una determinada hora, que la vida bien valía un tajo en la muñeca izquierda para irse despacio a saludar a todos los inmortales que había estado conociendo desde que era un crío malcriado para ciertos profesores.







Poco antes de las cuatro, mi vecino Eme G acercó la cara a la cacerola. US Royalty ya no estaba haciendo estilaciones en el living room. Aspiró el aroma del aceite de oliva masticando otra jitanjáfora, urdida con azúcar morena y salsa de tomate. Enseguida fue dejando resbalar las rodajas del ají y de la cebolla. Poco antes de las cuatro cinco, timbraron. “¿Quién será?” se preguntó. Y entonces, como era de esperar en tipos como él, enfermos de una imaginación rasposa, la indecisión lo hizo sudar mientras se le venían imágenes de asesinos en serie: “¿Abrir la puerta o dejarlos timbrar hasta el cansancio?” Como por arte de magia, el cielo se oscureció. La tormenta estaba a unos cuantos disparos de la tarde en que se mojaría la ciudad entera. Corrió al living room y subió el volumen a una añeja pieza.





miércoles, 18 de abril de 2012

Airearte










Airearte
Así de cercano el horizonte
Sobre todo cuando se va
                              Cuando se va a quedar
Tan lejos
                                   Tan distante
Y así como en estornudos de colores
Abrirnos al azul de los agaves
                                                Susurrando
                                                 Embebidos
Llenos de todo eso que se va
                                               Que se va quedando
Hasta en un sueño
                                Que se muere a solas





Es como un decir de números y de hojas al aire
O bien
Quedarse quieto a orillas de una nube crepuscular
Oyendo varios violines de varios conciertos
A contratiempo
                          Como ha de ser cuando todo está 


Tan lejos
                                                          Tan distante



 (((ALBAN BERG

A. SCHNITTKE

U OTROS ANTERIORES A LA NOCHE
POR EJEMPLO )))











Airearte
A un paso de besos
Y palabras que se quedarán
                                            Que se quedarán
                                                                                 Distantes
                                  Y pensar

                                   Y creer
                                                                             Todo lo contrario

A veces tan cercano
                                     Imposible 


(((porque serán otras voces
otras palabras
otras razones)))







Airearte

               Flores de muchos sueños
                  
                                 Mujeres como siempre
                                             Tejiendo en los colores 
                                          

De todas las mariposas
                                           En un sueño que se repite
                       Que se repite
                                              Que se repite
                                               En tantas noches 

Transfigurádose





sábado, 14 de abril de 2012

Expulsados







Expulsados, deambulamos tocando la sombra bajo un sol que no muestra el lugar de la belleza. En este rumbo de ida y jamás de vuelta, va con nosotros Milendo Mares, quien no deja de sobar la cara para quitarse todas las comezones que se le han venido acumulando desde hace horas. Junto a él, de vez en cuando eleva la testa Musgo, el perro ñengo que se le volvió familia hace poco más de un año. Como si el hambre no  fuera ya suficiente en todos nosotros, ahora también las moscas se nos pegan y nos hacen palpar nuestra sucia suerte.
            -¿Te vas a quedar dónde? –exprimió la boca Tomás a su vecino Lucas.
            -¿Te has hartado de olerme o qué? –vociferó Lucas, temblando la mano sobre el cayado purépecha.
            -Estoy desesperado, nada más, de pensar y no comer lo suficiente.
            -Y entonces quieres cebarte el lonche a tus anchas, sin sentir pena de la presencia de mis huesos, ¿es así?
            Mientras Lucas y Tomás continuaban discutiendo, Milendo Mares se puso a murmurar con él mismo y a reírse cada tanto tiempo de las cosas que le contestaba el que iba adentro de él. Musgo iba al paso triste de todos los otros que nos dirigíamos a la plaza, donde nos dispersaríamos como cada mañana para hacer cada cual lo suyo; pintarnos la cara y burlarnos de las nubes que no tapaban nada, ganarnos el pan a base de imitar cantantes, tocar latas y hacer ritmos, hacerse el ciego Milendo Mares con el perro Musgo a los pies, o ayudarles a las señoras a cargar las bolsas del mercado para recoger los pesos que nos tirarían al suelo.
            Ya me lo has dicho hasta el colmo, Gabriela –iba diciendo Milendo Mares a sus ojos de vaca. Y yo te lo vuelvo a repetir: No sé dónde se me perdió el niño. Yo te digo que me lo robaron pero tú insistes en que no es cierto. Entonces yo te digo que no sé dónde se me perdió el niño.
            Musgo ladró, como para asegurarle a Gabriela que su amo tenía la razón.
            -¡Vaya perra suerte la mía! –exclamó de repente Tomás, con la torta abierta y con una cucaracha escapando por entre los dedos pardos, los cuales estrujaron el pan como para evitar así que el animal volviera a esconderse entre esas paredes de sucio queso. Pero la cucaracha, como cualquier otra criatura, escapó volando para salvar la vida.
            Viendo esto, a Lucas se le cayó el cayado purépecha y terminó doblado y palmeando las rodillas, con la carcajada a todo volumen, hasta que la tos se le vino y lo acabó tumbando hasta el pavimento. Entonces Musgo abandonó a Milendo Mares y fue a donde estaban tirados Lucas y el cayado, en quien notamos el enrojecimiento de la cara, el lagrimeo provocado por la risa y la tos y todo lo demás que le atenazaba el esqueleto.
            Eleuterio levantó el cayado mientras Tomás daba la mano y ayudaba a Lucas a ponerse en pie. Musgo regresó y se puso a la sombra de Milendo Mares. Después de todo esto, continuamos avanzando hasta alcanzar la plaza donde nos dispersaríamos para hacer cada cual lo suyo.






miércoles, 11 de abril de 2012

Ya otra vez



Ya otra vez tu risa

El llanto de tu risa

Como otro canto

Otra vez

Como la aurora en el silencio

De tus ojos otra vez







Cancel de otro jardín

Noche fresca

Aroma el cuerpo de esta tierra

Húmeda

En que tú eres toda

La risa de tu boca




Ya otra vez tu ausencia de los ojos

Tu ausencia de la boca

Tu ausencia de la risa


Del silencio  lejos


Lejos de tu ausencia









Llanto por todo esto

que se derrumba

en el hueco cierto

de la boca

en que desapareces

toda sola

ya otra vez

la risa

el llanto de tu risa

el espejo roto


en pedacitos para siempre





sábado, 7 de abril de 2012

O algo así







Se me han averiado los conductos sinápticos
o algo así.
No veo nada con razones y sin ellas
ni escucho nada en el silencio
de los cielos de  mi alma.
En sueños he llegado a experimentar la culpa
                                                   adánica:

me sé perseguido por la mirada del supremo,
aunque el supremo, en tales sueños,
es menos que una sombra
rojiza o algo así.





Todo comenzó antes que el niño (12 años de edad)
se diera un tiro en la cabeza frente al televisor.


((((((¿Qué miraba el niño cuando se quitó la vida?
((((((¿Qué pensaba el niño cuando se disparó
con el arma del abuelo?


El colmo fue saber que UK enviaría un buque de guerra
hacia esas tierras del océano, muy cercanas al país donde 
el niño se quitó la vida frente al televisor
o algo así.





Entre el antes o el después se me ha puesto todo
en un desorden de tragedias simultáneas,
y siempre sin contar todo aquello que se me fue
en el desconocimiento o algo así.

Sin ir más lejos, ayer tuve noticia
de más cuerpos tirados en la plancha
de los días y de las noches, tirados
con la etiqueta colgando de un dedo gordo
y sucio,
con la NN y la fecha del día
que los levantaron de la vía pública
o algo así.

Ayer mismo escuchaba al colega hablar del arte
y de la poesía que se ha vuelto presente
                                              al otro lado del poema.
Yo veía el cuerpo de la sangre
escurriendo del niño de doce años
frente al televisor,
olía el cuerpo del humo
del otro niño que se había inmolado
en el fuego,
tocaba el cartoncillo de la etiqueta
leía las fechas de los cuerpos
muertos,
no reclamados,
pudriéndose a diario
o algo así.






¿El arte?
¿La poesía?
¿La vida?
¿La muerte?
O algo así





martes, 3 de abril de 2012

Antes y después de Ofelia



Cerramos los ojos y escuchamos la música concreta de Pierre Henry.







La sesión ocurrió de madrugada. Fue en agosto del año 2006. Estábamos en el departamento de  Horacio Bustos. Él era el experto en música concreta. Todo lo había dispuesto de una manera muy sugerente. Toda la sala estaba a media luz y nosotros estábamos tirados en tapetes que, aunque no eran persas, ayudaron a mantenernos quietos y concentrados en cada uno de los ciclos sonoros.
            Lucrecia se acercó a Julio y le murmuró algunas cosas al oído. Éste reaccionó con otros comentarios. Héctor se levantó y fue al sanitario. Mientras tanto, Horacio y su compañera Ofelia estaban manipulando los aparatos y proyectando imágenes en el cielo raso y en los otros muros. Después de haber escuchado a Pierre Henry, comenzó a sonar Schaeffer.



            Me ha comunicado Horacio Bustos que en la última sesión se sumaron otras propuestas estéticas.

            A la música y a la actuación de textos poéticos –escribió Horacio en un e-mail-, se han sumado danzas y pintura aleatoria, así como diálogos que versan en torno a la vida y el mundo de los sueños.
            Por otra parte, debo decirte que Ofelia se ha largado a Brasil. Me ha dejado con Equistrá [el hijo de 13 años]  y Amaranta [de nueve]  . Ha preferido el mar de allá y las manos y el pensamiento de Sebastiao, un arquitecto que trabaja para grandes compañías internacionales. Tengo, entonces, casi dos años sin saber más nada de Ofelia.
            Pero esto no es lo grave, Bocanegra, lo grave es que me han echado como un perro del departamento de música y estoy como quien dice con los últimos pesos en el cajón de los ahorros. Te cuento todo esto por si sabes de alguien –conocidos tuyos de Austin- que esté interesado en comprar algunos cuadros de Campos Cabello o de Fernando de la Mora, algunos acetatos (tengo precisamente música de Julián Carrillo y de otros compositores mexicanos) o manuscritos de nuestro poeta maldito  Enrique Macías.


Te hago llegar una muestra del trabajo de Campos Cabello y de Fernando de la Mora para que lo dejes ver entre las gentes de allá.




Esto es de Fernando de la Mora.



Esto es de Campos Cabello



Saludos desde este rincón de Guadalajara, Jal.

No había espacio

quería sonar como a eco de palabras sueltas como a sensaciones que se intensifican y  desaparecen  en el infinito tiempo no había espacio ni...