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sábado, 28 de mayo de 2016

Singulares huéspedes








Podía hacer la serie y morir y no haber terminado de contarla.

Un dibujo entonces en el agua era mucho más seguro que robarle al cosmos los secretos.

Minúsculo secreto, o hasta menos que eso.

Sabiendo el hueco que se abría, salió a la calle, y como quien se inclina a atarse las agujetas, desbarató la verticalidad y se puso a ver las hormigas con la cara pegada al pavimento.










Mientras tanto, entre la suave claridad de la tarde, los pasos fueron y vinieron, y la mirada, impuesta por los influjos de lo cotidiano, alcanzó a vislumbrar el cuerpo de algo ajeno.

No faltó quien tuviera el deseo de patear ese cuerpo que ignoraba las normas de lo público.

Maldita la hora en que pasé por esta calle, dijo el viejo que chorreaba rabia en su prisa.

Por el contrario, algunos colegiales vieron el hecho como de lo más normal, y se acercaron a curiosear con quien mantenía el rostro pegado al pavimento.

Es otro el espacio.

Desde aquí, es otra la promesa del lenguaje.

Llegó la policía. Lo vieron así; arrodillado y con el torso doblado como hacen los musulmanes; pero él, en vez de besar el suelo y dirigir plegarias, quería atrapar hormigas con la nariz y los labios. Quería ofrecerles otro universo a tales animalitos, quería hacerlos huéspedes de su boca.

Uno de los gendarmes levantó la macana y se la estampó en las nalgas, gritando:

            ¡Levántate miserable!

Otro de ellos tiró un puntapié y pegó en el hombro.

Fueron dos mujeres quienes intervinieron diciendo:

            ¿¡Pero qué les ha hecho este pobre hombre para que lo traten así!?

Uno de los policías, el más feo y violento, escupió y fue a pararse ante las señoras; y les echó su puerco aliento:

            Mejor es que callen y vayan a lavar pañales. No es asunto suyo. ¡¡¡Eha!!!

Se abrió entonces otro hueco y salió de allí el miserable hombre y se encaminó a otra parte. 

Después de un tiempo de ir contando otras series, escuchó el paso de las hormigas que se movían sobre su cabeza. Sonrió.

Tras varios días de enfermedad y encierro obligado, por fin estaba contento.

Había vuelto a la vida.









3 comentarios:

Gracias por asomarte a este blog de instantes

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