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sábado, 4 de agosto de 2012

Fragmentos de un cuaderno









Fue una tentación en su momento: creer que eso era así de cierto. Lleno de angustiantes madrugadas, se puso a adivinar los comunicados y a llevarlos controlados en un índice materializado en hojas de libreta italiana. Eran comunicados sustraídos de libros y de periódicos, de programas radiofónicos con los que fue haciendo una historia loca, la suya, que mantendría hasta dar con el tiro de gracia.

Uno de sus primeros capítulos llevaba como epígrafe el siguiente texto, adjudicado a Paul Auster: There is more poetry than justice. Seguía entonces un avispero de punzantes voces que hacía pensar en distintos edificios habitados por seres cuya existencia adquiría las proporciones del pedazo o fragmento de un puzzle. Una de esas existencias la llevaba una tal Minga Zah. Mujer de edad indefinida pero de una inteligencia que hacía ver las cosas y a las personas de una manera increíble. Escucharla hablar era como verse de pronto frente a un escenario. Es decir, en ella se hacían presentes varias voces. Cada una con una breve historia compartida y asimilada con los signos de lo atemporal, esto es, de lo mítico. De otra manera habría sido casi imposible mantenerse al tanto de la actuación de Minga Zah en una hora y en un espacio ajenos a la filosofía y a la ciencia.

En otro capítulo el principio de construcción se asentaba en una imagen fotográfica de autor desconocido, debajo de la cual se exponía un diálogo en cascada, del cual no sabíamos si eran dos o más las voces que participaban en la exposición de motivos en torno a lo que pudo haber ocurrido antes o después de ese hecho atrapado.

-Estaban hablando de un gran negocio cuando apareció el ladrón de la nada.

-No supe cuándo ni cómo había clavado el puñal en el pecho del adolescente.

-Uno de ellos se perdió entre los árboles. El otro salió del parque y buscó una caseta telefónica.

-…

Cada capítulo estaba propuesto singularmente. De haber alcanzado esta época, es probable que habría echado mano de todos los recursos tecnológicos para dar a saber de las obsesiones que lo traían vuelto loco.

En las últimas páginas, poco antes de dar el tiro de gracia, aparece un dibujo y un pequeño fragmento hecho con preguntas.











2 comentarios:

  1. Vaya alucín este de fragmentarías dis-locaciones!!! es toda una sorpresa a la imaginación!

    Un abrazo inacabado.

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  2. Por allí quiero sonar, en el fragmento alucinante, esto es: descarrilamiento de la imaginación.

    Salud,

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Gracias por asomarte a este blog de instantes

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