Buscar este blog

domingo, 18 de marzo de 2012

Siluetas en el agua






A Lezguievo Znahda ya lo han conocido algunos amigos, y no han dudado en llamarlo outsider o excéntrico patoloco. Pero no han conocido a Lenzo Branzi, y es seguro que si lo escucharan hablar y moverse delante de sus pestañas, no dudarían en meterlo en alguno de sus bien ordenados archivos personales.
A Lez –como lo llamamos sus amigos- se lo puede encontrar en el Café Medicis, junto al corazón de Austin, todos los viernes a partir de las siete de la tarde. Allí se pone a ordenar el fraseo con que va describiendo los distintos modos de interactuar de los grupos de personas que llegan al café. Para quienes nada saben de Lezguievo, les aviso que es Doctor en psicología experimental. Es profesor universitario, y en las noches de los sábados y domingos se dedica a escribir poesía acústica y a inventarse pequeñas historias provenientes de distintos sueños suyos o de los apuntes que se le escurren de las manos de científico social y que nada tienen que ver con estadísticas ni con isotopías de la conducta inhumana. Lezguievo ha publicado poco, casi nada, de su trabajo estético. En cambio, con base en las investigaciones de la conducta inhumana en las que ha venido trabajando desde hace ya bastante tiempo, ha publicado tres libros y una docena de artículos en diversas revistas internacionales.
Por otra parte, el ahora exprofesor Lenzo Branzi hizo estudios de doctorado en Filosofía Existencial en la Universidad de las Américas pero no se doctoró en Filosofía sino en Musicología en el Conservatorio de Música de la UNAM. Trabajó como profesor en la Universidad de Altos Estudios de Anáhuac, en el Departamento de Investigaciones sobre Realidad y Ficción, desde 1982 hasta el año pasado, en que decidió renunciar al departamento luego de reconocer que sus proyectos de investigación eran infravalorados por muchos colegas suyos. Ahora se dedica a dar conferencias por internet. Fundamentalmente sus charlas versan sobre el No ser en la época hipermoderna. Además de ofrecer conferencias en el espacio virtual, en el espacio real se ha dedicado a ofrecer talleres de poética para analizar el ser en las literaturas periféricas occidentalizadas.
A diferencia de Lezguievo Znahda, Branzi tiene en su haber varias composiciones musicales, inspiradas principalmente en las obras de los compositores Penderecki, Julián Carrillo y Elso Bakura.
Hasta aquí la semblanza de ambos para un programa de mano. Ahora hay que ir hasta la mesa donde ambos han estado charlando desde hace dos horas, en una de las mesas arrinconadas del Café Medicis. A diferencia de Lezguievo, Lenzo no necesita de gafas para ver mejor la realidad. Tampoco lleva barba como Lezguievo, quien, por la longura de la misma, parece más un rabino que un psicólogo experimental. Quienes no conocen a Lenzo Branzi, pensarán que es un hombre dedicado a hacer deporte extremo. Tiene unas manos grandes y fuertes, unos hombros platónicos y un cuello como de toro. Usa el cabello corto, casi al rape, pero habla con una voz que da risa al escucharlo. Es una voz aflautada, como de adolescente, que choca con su complexión atlética y con la tristeza aguada de sus ojos verdes. Lo cierto es que Branzi no hace ninguna clase de deporte extremo. Es verdad que le encanta caminar, y lo hace de manera excesiva. No lleva puestos zapatos tenis sino unas botas de gruesas suelas en color miel y unas agujetas rojas que lo hacen parecer excursionista o algo por el estilo.
-Tuve que caminar diez millas para llegar aquí –dijo Branzi a Lezguievo, luego de tomar asiento y de enjugar el sudor de la frente y del cuello con un paliacate negro.
¿Por qué había ido Lenzo Branzi al café donde lo estaba esperando Lezguievo Znahda? Porque éste último había leído algunos artículos de Branzi y, después de conocer el libro Por las siluetas del agua (Editorial Último Cielo, 2010) decidió contactarlo e invitarlo a dar unas charlas en el departamento donde trabaja desde hace veinticinco años. En suma, allí estaban charlando ambos personajes sobre el cursillo que daría Branzi en el Departamento de Psicologías Experimentales y del Medio Ambiente Animal.
-En los blogs están aconteciendo hechos de una estética incomparable –advirtió Lenzo Branzi, con su voz de adolescente murrio-. Me parece que estamos asistiendo a la realización de los sueños de algunos poetas y artistas del siglo pasado.

((((escuchemos:



  
Lezquievo, con los ojos esquinados por su pronunciado estrabismo, escuchaba y cabeceaba levemente cada diez o quince segundos, haciendo con esto que los globos oculares reencontraran la ruta de las vías de la percepción clara y definida en que el mundo se hacía presente.
-He metido poco las narices en el mundo de los blogs –dijo Lez-. Por tanto, no tengo mucho que decir ni que afirmar en ese sentido. A veces he entrado a leer algunas cosas en esos sitios, sobre todo de amigos que me avisan que han publicado tal y tal relato o poema en su blog o en su facebook. Pero no es costumbre mía ni mucho menos obsesión por andar navegando en esa clase de sitios estético-virtuales.
- Me parece que en los blogs, y, en general, en todo el espacio virtual, está aconteciendo la gran memoria de la que ya hablaba Jean-François Lyotard –aseguró Lenzo Branzi-. Es verdad que esto es apenas el principio. Así como la imprenta fue dando sus mejores frutos a lo largo de los siglos, ahora la internet ha iniciado y dará los mejores artefactos a lo largo de los próximos siglos. Estamos en la grieta de la gran ruptura. Pendemos y dependemos todavía de nuestros usos y costumbres; pero no por mucho tiempo seguirá esto así. La realidad social ha comenzado a desbaratarse o a deformarse tras el inicio de la realidad virtual -la llamada época de las tres dobleúes. Desde entonces ya no se puede contemplar un mismo rostro ni se puede asir las líneas de lo definitorio en que se venía construyendo el mundo. Digamos que las fronteras ya no son ni signfican lo que antes fueron. Hoy por hoy los límites son de otra índole. Lo inefable, lo invisible, lo imposible, lo inimaginable, lo intocable (musical y dancísticamente hablando), lo impalpable... son algunas de las nuevas poéticas en que el no ser adquiere su magnitud neoestética. Es precisamente en estas poéticas que está expresándose la materialización del sueño que padecieron los artistas, principalmente, del siglo anterior, y algunos otros del siglo XIX. Por ejemplo Lautreamont y los simbolistas franceses.
Luego de soltar de ese modo la lengua, mojada con té chai y galletitas de trigo, Lenzo Branzi fue pintando otras cosas de su vida. Habló de su actual lugar de residencia, Cancún, Quintana Roo, y de sus intenciones de suicidarse en las aguas de la música caósmica.
-Cada día me cuesta más y más hablar sin padecer vergüenza y disgusto –dijo Lenzo Branzi, y terminó expresando-: Es por esto que cada noche me abandono a la feliz existencia de lo sonoro inenarrable. Cada noche puedo estar en el mundo sin necesidad de pensar. Escuchar es, para mí, el pan nuestro que me alimenta. Escuchar música es la única realidad que me hace olvidar hasta que existo. Es en la música que vivo sin preocuparme de nada. Muy pronto dejaré de hablar. Me suicidaré en el mar ignoto de la música cósmica.
Lezgievo no mostró ningún gesto de sorpresa. En primer lugar porque era la primera vez que trataba de manera directa a Lenzo, y en segundo término, porque para Lez, la realidad no estaba ni en la música ni en la palabra. Para Lezguievo Znahda, la realidad era un sueño lleno de incoherencias, de silencios, de actos bestiales difíciles de explicar, de ocultamientos que nos salvaguardaban de la fiereza de lo humanamente insoportable, “es un sueño dramático, incluso trágico; pero no musical ni literario, sino real, que pudre completito las vísceras y el sistema nervioso de todos nosotros, mortales vanidosos”, concluyó Lezguievo Znahda.
Después ambos guardaron silencio y se dejaron arrebatar por las siluetas que entraban y salían del Café Medicis, junto al corazón de Austin.

((((((veamos esta otra realidad



((((((en fin, pensemos más allá de todo esto:


4 comentarios:

  1. Siempre me gustan tus entradas Bocanegra, tu blog es siempre interesante. Por cierto, me encanata eso de "sin ánimo de lucro"...
    besote, artista.
    Miette

    ResponderEliminar
  2. Me gusta Branzi, me identifico con él, un ser que no encuentra su lugar sino en la porosidad del instante. Este mundo lleva a las inteligencias claras y sensibles a sentirse así, desterrados, despertenecientes. Felicidades por este hermoso y brillante relato. No cabe duda de que estarás para siempre en esta cosmored...para siempre...para siempre...boquita:)

    ResponderEliminar
  3. No cabe duda de que Internet es una madre generosa que alberga toda clase de manifestaciones artísticas antes reprimidas. Es mucho más democrática que la imprenta. Muy buen artículo, como de costumbre.

    ¡Saludos!

    ResponderEliminar
  4. Querida Miette, gracias por tus siempre alentadoras palabras. En efecto, en el arte como en la literatura, debieran hacerse las propuestas estéticas con base en la consigna "sin ánimo de lucro".

    Querida Paty, me satisface saber que Branzi te ha atraído hasta el colmo de la identificación.Y sí, en esta época de florescientes tecnologías cibernéticas, apenas si comienza a mostrarse la eclosión de lo que podrá ser el cuerpo de las nuevas propuestas estéticas. Me parece que esamos apenas en el gateo, pero llegará el día del caminar y del saltar en los maravillosos abismos de la emoción y el placer.

    Estimado Carlos, comparto absolutamente la idea que expones en tu comentario. Me parece que en este mar de virtualidades comienzan a surgir poderosas realidades estéticas, filosóficas, políticas, etcétera, que nos ayudan a comprender mejor toda la virtualidad que nos habita.

    Un abrazo fuerte a todos ustedes, caros amigos.

    ResponderEliminar

Gracias por asomarte a este blog de instantes

No había espacio

quería sonar como a eco de palabras sueltas como a sensaciones que se intensifican y  desaparecen  en el infinito tiempo no había espacio ni...