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lunes, 16 de enero de 2012

Suicidio colectivo

     


Cincuenta personas -o más-, en menos de un día, se dirigieron a la cima de una de las montañas de la Sierra Tarahumara - bajo un cielo helado de diciembre de 2011 (10 grados  bajo cero). En el lado de acá, eran parte de esa cadena breve hecha con días de amor y paz navideña. Allá ellos, en la cresta de la montaña, todos hombres y mujeres raramuris, tristes, demasiado tristes, impotentes por no poder darles a sus hijos ni siquiera una morusa de pan, decidieron tirarse al abismo de esa barranca de Chihuahua.
¿Qué decir después de haber conocido sobre este suicidio colectivo? ¿Qué hacer contra toda esa hambre que chilla en el cuerpo de muchos pueblos, la mayoría indígenas de México, desde hace tantos años?

Preguntas suceden.
Muchas preguntas.
Imágenes que golpean adentro del cerebro.
Ruidos que descosen el sueño.
Descalabro.
Temblor de nada.
Aborrecidas horas que chorrean vigilia.
Gritos.
Sangre derramada en las piedras.
Ahora son cuerpos ya sin tristeza,
sin hambre,
sin vida.
Absurdo que es todo esto.
Cruel / Sin duda.
Gobiernos despreciables: Absolutamente.
Basura de poderes que envenenan el aire, la tierra, el agua, el pensamiento.
Qué hacer con toda la impotencia que flota alrededor del mundo.




1 comentario:

Gracias por asomarte a este blog de instantes

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