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martes, 27 de septiembre de 2011

Nadie en la noche


Un lado de abanico en una mano
Temblando vaporosa en su tarde.
Un ojo enrojecido sobre un pañuelo
Amarillo estilando sombra
Junto a un charco de sangre y de vino.

Murió de tarde el muchacho
Murió lejos de estar contento
Cayó como una camisa en la calle
Fresca de sudor y de miedo.

No hubo nadie en la noche
No hubo nadie que preguntara:
De dónde llegó el muchacho
A dónde se dirigía a esas horas
Para terminar así, sobre un charco
De sangre y de vino.
No hubo nadie en la noche
Nadie que preguntara nada.

2 comentarios:

  1. La soledad y la noche siempre embriagadas por la muerte. Bello.
    Abrazos y aullidos nocturnos.

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  2. La ausencia de todos en la noche hizo perfecta la presencia del mundo en un abanico de sueños.

    Abrazos en el abanico

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