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jueves, 5 de mayo de 2011

El mundo como ilusión

Hacia atrás o hacia adelante -con espejo retrovisor o sin cristal, a la intemperie o en celda cenobita- el mundo aparece por arte imaginativo, o si se quiere, por ilusión. Hacia atrás la nostalgia llena el momento -cualquier momento, hasta el más infausto- de algo que el presente jamás tendría: detenimiento, parsimonia, perfiles definidos, distancia plena de sentido. Hacia adelante es la ansiedad y la angustia las que baten el cortinaje en que el cuerpo asoma su existencia. Teatro del horror. Comedia o drama según días y estaciones. En este tiempo sin tiempo (el futuro) la realidad es todo el vacío en que el pensamiento se desbarata por instantáneas alucinatorias. Son agujas que punzan o que luchan contra un mar viscoso, adherente hasta la médula. Esto es así en la desproporcionada historia de una verticalidad que nos sujeta al presente en que la vida, a veces, parece que nos vomita. Cuando esto nos ocurre, la ilusión estalla y nos vemos flotando de muertito en corrientes de ríos subterráneos. Sólo así, después de horas o de días, al asomar nuevamente la cara al sol, experimentamos los infinitos rumbos del vivir.

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